"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo"
Oscar Wilde

sábado, 21 de febrero de 2009

Bueno, no somos los únicos...

Me había propuesto dejar un tiempo para organizarme, pero…


Estaba esta hace un rato mirando por la red, y entrando en la página de Protestante Digital me he encontrado con un artículo sobre las reuniones de iglesia.



Mi primer pensamiento ha sido "bueno, no somos los únicos", (algo que ya sabía después de haber hablado sobre ello alguna vez con gente de otras iglesias del país).Pero según avanzaba me daba cuenta de que no es precisamente algo que nos debiera reconfortar.
No somos los únicos, y precisamente por eso creo que tendríamos que preguntarnos qué es lo que estamos haciendo mal. Pero sobretodo preguntarle a Dios qué es lo que quiere que aprendamos, porque creo que está tratando de enseñarnos algo.

O quizá no, y sea sólo una impresión mía. Ah, claro, como ha pasado siempre y pasa en todos lados, es algo normal que suceda en las iglesias, y no tenemos que preocuparnos más…

Pues señores, no estoy de acuerdo. Si nos conformamos con seguir así, creo que tendríamos que revisar seriamente todo aquello que decimos que somos, vivimos… ¿Y el amor, el perdón, la misericordia de Dios que tratamos de proclamar y presentar a los demás? ¿Nos hemos olvidado de ellos? ¿O sólo sirven para los domingos por la mañana y otros cultos, pero nunca en la reunión de iglesia?




miércoles, 18 de febrero de 2009

Tiempo

Discúlpenme otra vez. Creí haber terminado el stress por unas pocas semanas, pero… no. La vida sigue sin dejar descansar ni siquiera dos horas entre un semestre y otro. ¿Seré yo que no sé decir que no? ¿Será que estoy con ese “activismo” que siempre creí saber dejar lejos de mí? Me da miedo que suceda esto, porque entonces haré muchas cosas, y no haré bien ninguna. Espero ser lo suficientemente inteligente (como algunos creen) como para saber centrarme en lo realmente importante y dejar estar lo que sólo es urgente. Me estoy volviendo cada día más de esas personas que viven por lo urgente y dejan de lado lo importante. Pero me di cuenta a tiempo. Necesito más tiempo. No, no es cierto. Necesito distribuir mejor mi tiempo. La eterna discusión. Permítanme estas palabras. Nuevos proyectos, nuevos trabajos, nuevas inquietudes, nuevas cosas que hacer, pero el mismo tiempo. Y, como bien dice el pie de página, “todo tiene su tiempo”. Y no lo pongo en duda. ¿Pero es este el tiempo de todo esto que creo? ¿O sólo me afano en cosas urgentes, no realmente importantes, y que son finitas? Es decir, que si todo lo que hago realmente importa, es necesario y va a perdurar en el tiempo, como la mejor de las amistades… Hablando de amistades, tengo muchas personas a las que echo de menos y aún no he visto. ¿Tiempo para más sorpresas? No tengo tiempo ni siquiera para consultarle a Él todas mis dudas, y preguntarle dónde me quiere actuando, como para pensar en sorpresas, viajes… Pero sé que lo haré. Tengo ganas. Hablando de Él, estoy triste porque no puedo dedicarle mucho, aunque aparentemente cada vez ande más involucrada en sus trabajos. La pregunta que se me plantea es si entonces son realmente Sus trabajos, o si simplemente he caído en ese “activismo” que nombraba hace unas pocas líneas. Soy un lío ahora mismo. Hablando de tiempo… no sé qué hago aquí escribiendo cuando no tengo tiempo para nada. Me faltan horas. No, no son horas. Es una capacidad organizativa mejor. Pues lo dicho, dejemos de perderlo en esto para dedicárselo más a lo importante. Lo urgente de hoy ya será importante mañana. O quizá no. Hablando de mañana, prometí muchas más palabras que sigo teniendo apuntadas. Cuando haya organizado mi tiempo un poco mejor, no dudaré en trasladarlas. Aunque quizá entonces ya no tengan sentido. Es la paradoja del tiempo. ¿Urgente? ¿Importante? ¿Con sentido hoy? ¿Sin sentido mañana? Espero ser dirigida por Él en el momento de organizarme. Necesito que sea Él quien marque mi ritmo, y no la tiranía de lo urgente.

Quiero que seas Tú. No quiero dejarte atrás. Todo tiene su tiempo. Muéstramelo.

martes, 10 de febrero de 2009

¿En manos de quién?

“Se han escrito 150 páginas de un libro. Y en esas 150 páginas, Jonny ha sido un idiota. Pero tú puedes escribir las últimas diez. Te la han pegado, pero el final está en tus manos.”

Sr. y Sra. Smith



Mucha gente ha visto esta película, y les ha parecido buena, interesante… sin darle mucha importancia a la forma que tienen de tratarse el matrimonio Smith, formado por los conocidos Pitt y Jolie, y todo el resto de antivalores que presenta esta película. Pero no le voy a hacer una crítica, ya que no se me da bien ese tipo de cosas.

Hace unos diez días hicieron esta película en la televisión, y pude ver un trozo. Como ya la había visto, no le presté mucha atención, y sin embargo, esas pocas frases llamaron mi atención.

Se las dice el amigo del protagonista masculino (Pitt) a este último. Me hicieron estar pensando un buen rato esa noche y durante los siguientes días.

En caso de poder escribir nuestra historia en un libro, 150 páginas me parecen pocas. Pero esto no es todo lo que me hizo estar pensando varios días.

“El final está en tus manos”. ¿Es esto cierto? ¿Está el final en nuestras manos? ¿En la vida de cada uno? ¿O en manos de quién está? Si bien es cierto que eres tú quien decide qué, cuándo y cómo hacer con tu vida no sé yo si el final está totalmente en nuestras manos. Me explico.

Pueden pasarnos cosas que no hayamos previsto, que no tengamos en cuenta y que sin embargo ocurran y cambien nuestras vidas. Es decir, que el final no está en nuestras manos.

Pero, además, alguien hizo una vez algo que debería cambiar nuestras vidas. Jesús murió por nosotros, para luego resucitar (por amor y sin conocerno). ¿Parece no tener relación con lo anterior? No creo. El final está en Sus manos. Él decide. Él puede cambiar nuestro final.

Vale, sí, eres tú quien da ese paso y decide qué final desea. Si una muerte y nada más o un paso hacia Él. En la primera es un final y ya está. Pero la segunda no llego verla como un final, ya que es el principio de algo que no está en nuestras manos.

No sé si me he expresado bien, si se entiende a dónde he querido llegar. Creía tener un mejor desarrollo de esto, pero eso de estar estudiando y anotar sólo la idea principal no funciona siempre.Estaba buscando un texto que acompañara mi pequeña disertación, pero no encuentro uno adecuado... Es algo que tengo aún que mejorar... Cuando lo encuentre lo añadiré.

lunes, 9 de febrero de 2009

Crisis y ¿fe?

Estamos viviendo unos tiempos turbulentos. La economía del mundo entero tiembla mientras las personas que en ellas vivimos nos devanamos los sesos tratando de solucionar unas crisis económicas y financieras que, aunque en cada país afectan de una manera, las consecuencias son similares en todos ellos: paro y preocupación por un futuro empleo, bajada de los tipos, restricción del crédito… Y las soluciones propuestas pasan también por caminos parecidos.

[Eso sí, es evidente que me refiero a los países del primer mundo, porque lo que es en el tercer mundo están en “crisis” permanente, y si antes los del primero se preocupaban poco realmente por ellos, ahora aún menos, ya que sólo tratan de salvarse a sí mismos.]


Pero no quería hablar de economía. Lo que quería realmente expresar es algo que he oído varias veces, y no sé si realmente es cierto, pero de serlo, los creyentes deberíamos tenerlo bastante en cuenta.

Es el hecho de que en épocas de bonanza económica la gente es “feliz” y no se preocupa por cosas que no puede ver ni tocar. Pero en momentos difíciles como los de ahora, muchas personas se acercan tímidamente a las iglesias (hablo de cualquier tipo de iglesia, sin distinciones entre protestantes, católicas, musulmanas…).

Muchas veces pensaremos que lo hacen para pedirle cuentas a Dios por la situación que estén pasando, para rezarle a las vírgenes y los santos que los saquen de su crisis particular, para pedirle a Alá más de lo mismo…

Pero yo me he estado preguntando en las últimas semanas si no estamos menospreciando la situación que tenemos y no vemos sus posibilidades. Quizá alguien que se acerque tímidamente a una iglesia para ver si Dios puede sacarle de la crisis haciendo que le toque la lotería llega un momento en que se da cuenta de su situación real con respecto a su propia vida. Que está condenado y que un día será juzgado. Quizá entonces se dé cuenta de que necesita a Dios en su vida, y entonces podrá ver que aunque la situación actual no es la soñada, ni la mejor que podemos vivir, no por ello es desesperanzadora. Con Dios en su vida todo es diferente, tiene otro sentido, y aunque no nos promete que todo va a ser felicidad, buenos momentos, facilidades inmediatas para todo y en todo momento, si que nos promete que va a estar con nosotros, sujetándonos cuando caemos. No nos va a proporcionar el empleo de nuestras vidas si creemos en Él, pero sí nos hará ver que cada cosa que sucede tiene una razón, un por qué, un tiempo y una salida y que Él estará ahí para procurar que si resbalamos no caigamos de bruces, aunque a veces deja que caigamos un poquito para ver cuánto estamos dispuestos a ofrecerle…

Entonces, dada esta pequeña pero no por ello improbable posibilidad de que alguien que se acerque para pedir explicaciones acabe conociendo realmente al Señor, ¿qué estamos haciendo los cristianos? ¿Quedarnos como siempre en nuestras iglesias y nuestras casas? Y si, por equivocación o casualidad, alguien entrara en nuestras iglesias en una situación como ésta, ¿cómo lo tratamos? Y si alguien en el trabajo se acerca preguntándonos por qué Dios permite las situaciones de crisis, ¿qué le decimos? ¿Cómo respondemos? ¿O simplemente nos hacemos los locos y tratamos de esquivar todas estas preguntas?

Simplemente pienso que tendríamos que tener cuidado con esto y mucho ojo, porque es cierto que no todo el que entre en nuestra iglesia realmente tiene un corazón receptor pero, ¿por 99 que no estén preparados, vamos a despreciar a 1 que sí lo esté, que realmente esté buscando a Dios hace tiempo y ahora es su momento de enfrentarse a la verdad?

Se dice que en épocas de crisis la fe de las personas aumenta… No sé si esto es cierto, o si por el contrario las personas que tenían algo de fe la pierden pensando que ha sido un “castigo divino”, o pierden su fe porque sus expectativas de un dios no llevaban aparejado momentos difíciles que, sin duda, nadie – y mucho menos Dios- nos ha prometido evitar.

Estaré expectante viendo qué ocurre… Y cómo actuar frente a ello.

Observando...

Una de mis últimas sesiones de estudio en la biblioteca, mientras trataba de concentrarme en la investigación de mercados y la forma en que se diseña una investigación, “apliqué” parte de los conocimientos que estaba aprendiendo esa mañana. Realicé una investigación exploratoria, mediante la técnica de la observación comercial, sobre la manera y los métodos de estudio de mis compañeros de mesa.

Se trató de una observación informal, directa, natural, humana (la hacía yo, jaja) y no conocida. Vale, ya dejo la terminología técnica… Era una observación sin planificar, realizada en el momento y entorno en que ocurría el objeto a estudiar, y sin conocimiento de mis compañeros.

Fue curioso. Cada uno estudiábamos cosas diferentes, y sin apenas relación entre ellas.

Unos cuantos estudiaban haciendo ejercicios y muy concentrados en sus números. Otros, tenían materias más teóricas, y aquí también surgían discrepancias. Uno subrayaba con muchos colores según el tipo de información que tuviera delante; otro subrayaba casi todas las líneas de sus apuntes, luego marcaba con el lápiz otras tantas…; otro tenía en su libreta la materia escrita de lado a lado, sin dejar un margen…

También diferíamos en el tamaño de nuestra letra, en la organización de nuestro espacio en la mesa, las veces que nos levantábamos para hacer nada…

En realidad, lo hice porque me aburría estudiar la asignatura, pero aprendí algo importante: nadie tiene la mejor forma de estudiar. Cada uno lo hace lo mejor que puede o sabe hacer, y según mejor le funciona, pero eso sí, todos estábamos ahí por una causa común, aprobar unos pocos créditos que nos acercarían más hacia el final de nuestras respectivas carreras.

Lo cierto es que fue una forma de aprenderme también lo que yo estudiaba, y no tiene ningún tipo de rigor. Pero casi 1000 estudiantes nos hemos estado reuniendo en un lugar para hacer lo mismo, y cada uno lo habrá hecho de una forma.

Aunque después de haber hecho el examen, me di cuenta de que mi “investigación” no me había servido para preparar mejor una asignatura que no sé si algún día utilizaré en la vida real y que no sé si he superado. Espero la nota impaciente.

viernes, 6 de febrero de 2009

Volviendo

¡¡¡Casi un mes sin escribir!!! Y muchas ideas, pensamientos que se han ido agolpando por mi mente. Tanto es así, que he tenido que ir escribiendo parte de ellos en papelitos por si acaso perdía la esencia de lo que quiero transmitir.

Han sido unas semanas largas, agotadoras, sin descanso apenas, muchas horas de biblioteca... pero ya terminó. Ahora podré volver a leer, descansar, pasear, escribir... Incluso me apetece perderme una tarde por Valencia. En fin, ¡¡tantas cosas!!

En cuanto a lo de escribir... Tengo muchas ganas de volver por aquí, pero aún tardaré unos días en reordenar y desarrollar todo eso que ha ocupado mi mente junto a mis "archivadores" mentales universitarios...



No tardo mucho, ya estoy volviendo...