"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo"
Oscar Wilde

domingo, 29 de noviembre de 2009

El regalo de la vida

El regalo de la vida puede ser muy largo.






Si el Señor nos da la oportunidad podemos llegar a edades más o menos avanzadas. Los ancianos, las personas en esta etapa, tienen ante sí años distintos, largos y duros. Son años de enfermedad, olvido, abandono, soledad...

De algunos mayores se hacen cargo sus respectivas familias, pero ¿y del resto? En el mejor de los casos, podrán valerse por sí mismos hasta cierto punto y es posible que sólo necesiten ayuda externa para tareas pesadas y que requieran cierto esfuerzo. Pero siempre llega un punto en que ya no son capaces de apenas nada. ¿La salida? Si la familia sigue sin responsabilizarse, o si ni siquiera han llegado a tener familia, el internamiento en un centro de mayores es lo que se ha propagado entre la sociedad. Porque es verdad. La sociedad no se hace cargo de muchas cosas, simplemente las aparca.

Volviendo a los ancianos y los centros para ellos. Cuando llegas allí encuentras muchas caras que reflejan la tristeza en sus miradas profundas, te da cuenta de lo que significa ser mayor. Son personas que han vivido mucho, muchas épocas, muchos cambios, y han sufrido también mucho, como sufrimos cada uno de nosotros. Pero, además, están sufriendo ahora. Se sienten solos, muchos también abandonados, otros, simplemente, o no recuerdan, no oyen, o ya no ven.


Hace muy poco, fuimos con un grupo de adolescentes a visitar un centro de mayores, donde residen y "hacen vida", para pasar un rato con ellos, acompañarles y que pudieran sentir que son valiosos... Al principio, las caras de los residentes eran de sorpresa, si bien les habían dicho que iríamos, muchos no recuerdan siquiera la edad que tienen, dónde vivían antes de llegar allí, o cómo se llaman. Estuvimos hablando con ellos, nos contaron de sus familias, de sus trabajos cuando eran jóvenes... También cómo pasaban allí los días. Es monótono, siempre igual y no hacen grandes cosas. Para ellos, grandes cosas son visitas como la nuestra, que se sale de la rutina habitual, o el menú especial de año nuevo.

Pudimos comprobar que es mucho más difícil de lo que somos capaces de imaginarnos. Que nadie los visite, no hacer nada en todo el día, aparte de dormitar en un sillon y ver algo la tele o bordar un rato. Algún familiar puede que vaya a verlos el fin de semana, pero no todos tienen familia. Muchas trabajaron sirviendo en casa pudientes en las primeras décadas del siglo XX, y para cuando los hijos de sus amos habían crecido, se dieron cuenta de que ya no era momento de buscar un novio para casarse con él y formar la suya propia. A otros, el cónyuge los dejó en los tempranos años de matrimonio, o simplemente no se amaban, y no tuvieron descendencia. Por eso, recibir la visita de un grupo de jovencitos, que voluntariamente quisieron ir allí y estar con ellos hablando tuvo que significarles mucho. Los chicos puedieron pasar tiempo con ellos, cantaron y bailaron y los acompañaron en el trayecto, que para muchos es como cruzar el oceáno, que separa el comedor del salón.



¿Qué me llevo yo de ese día? La sensación de haber hecho bien a gente que lo necesitaba, pero más que eso, la total convicción de que no quiero pasar el resto de mi vida sola. Y que cuando tenga familia, trataré de transmitirles la importancia que tienen las personas mayores, que no son personas "aparcables" a un lado para poder continuar con tu propia vida. No me gustaría que mis hijos me internaran en un centro así, porque aunque se les cuida bastante (en el mejor de los casos) no es comparable al cuidado y el amor que puede ofrecerte tu propia familia.

Emocionalmente fue un día desolador, ya no solo por los que estaban allí, sino también porque ahora me doy cuenta de lo que pasó, antes de partir, un familiar bastante cercano que no llegó a formar familia, y lo que debe estar sufriendo en este instante otro familiar de quien su hijos no se responsabilizan. Es muy fácil "aparcar" a las personas, será porque no lo es tanto hacerse cargo de ellas y de lo que eso supone.


Realmente espero que estas personas que estuvimos visitando sientan que son importantes y valiosos para otros y para Jesús. Unas pocas ancianas eran creyentes, el resto no. Y precisamente para los que no lo son tiene que ser especialmente difícil, ya que es el sentimiento de soledad es el que más sufrirán. Si el Señor me regala tantos años aquí como para sobrepasar la barrera de los 80, espero poder disfrutar del amor de mi familia. Así mismo, espero poder recordar esta visita cuando mis padres lleguen a cierta edad, para también poder enseñar a mis hijos a tratar a los ancianos.


La vida es un regalo que Dios nos da. ¿Cuánto nos regalará?

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Descubriendo tesoros

Me gusta la ciudad los domingos por la mañana. La tranquilidad en las arterias principales, caminar tranquilamente sin prisas, ver la gente mayor paseando…

Los domingos por la mañana la ciudad no es la misma. Es diferente. Tranquilidad, silencio… Las cosas que diariamente no se ven, se descubren los domingos por la mañana.

Mientras la mayoría de sus habitantes duerme la resaca de la noche anterior, o simplemente hace nada en casa, la ciudad despierta sola, con apenas caminantes por sus calles, dejando al sol mostrar sus mejores destellos. Si, además, la mañana comienza medio nublada, los reflejos y los contrastes de luz son aún más interesantes.




En esto pensé cuando salí del metro este último domingo. Me sentí como una niña pequeña descubriendo un tesoro: el silencio en la mayor arteria comercial de la ciudad.




(Domingo por la mañana)

martes, 24 de noviembre de 2009

Últimos meses (II)

Últimamente, hay una cosa que viene sacándome de quicio bastante, incluso cuando soy yo quien la hace.


Las palabras ya no tienen sentido para mí. Necesito ver las acciones que se corresponden con esas palabras. Afirmaciones del tipo “Ya te llamo y vemos algo” han perdido su poder de convicción. Sobretodo porque son muchas veces ya las que la misma persona ha dicho cosas y luego, con las semanas, se ha visto como lo que se llevó el viento eran sus palabras. Porque ya no es ni con los días. Los días pasan, y se convierten en semanas, y las semanas en los correspondientes meses. Eso no cuenta mucho a su favor, y sé que la próxima afirmación que haga la cuestionaré bastante más. Aunque, como bien he dicho, también me he dado cuenta que tiendo a cometer el mismo error y no me gusta en absoluto (ya dejé por aquí hace poco que me da pavor equivocarme). La verdad es que pienso en voz alta, y me da rabia, porque de todo lo que pienso, o expreso en papel, más de la mitad de las cosas soy incapaz de verbalizarlas, y muchas veces termino haciendo la vista gorda.



En estos meses, además, he podido entender, en parte, la posición de otra persona. Aunque digo en parte, y explico un poco por qué. Es en parte, básicamente, porque lo que yo estoy sintiendo ahora no lo he escogido voluntariamente, si bien la otra persona era consciente cuando actuó, que sus actos podían llevar aparejados esas reacciones. Pues bien, el rechazo, las actitudes que ahora me molestan a mí, soy consciente que, a otro nivel, yo también las he hecho sufrir a otros, aunque repito, no es la misma situación. Yo no he tenido elección y ella (la persona) pudo escoger qué quería, y no dio pie a ninguna opción alternativa. Reconozco el dolor que supone sentirse rechazado, y sé que no ha tenido que ser fácil, como no lo está siendo para mí, y veo que mi actitud muchas veces no ha sido la adecuada, si bien en ningún momento he hecho nada en contra del otro. En fin…Soy críptica, lo sé, pero quien pueda intuir de qué hablo comprenderá.


Por otro lado, tengo la sensación de que he vuelto a caer en lo mismo de siempre. Y, este año, no pienso dejar que termine igual. Lo cierto es que pronto haré balance global del 2009, interiormente, y me da la sensación de que no he sabido aprovechar al máximo cada momento, aunque si lo he hecho mejor que otros años…


Ufff… Estoy cansada. Cansada de muchas cosas, de muchas actitudes, de muchas personas, de mí misma por no saber caminar con paso firme… Pendiente también del futuro, lejano aún, pero no tanto como pueda parecer. Expectante a los acontecimientos que se avecinan, preocupada por muchas cosas y personas, decepcionada con otras y también conmigo…



Caos en mis ideas, pero espero que sólo sea en ellas. Por eso hace tanto que no entraba en mi rincón, porque para dejarlo como un pajar después de buscar la deseada aguja, pues mejor lo dejo sólo en mí. Pero necesitaba ya echar muchas cosas fuera, para poder ir reparando lo que soy consciente que está estropeado.



Pero bueno, no estoy sola en este mar revuelto. Hay Uno que me tiende la mano y me coge según me voy hundiendo. Sé que está a mi lado y que nunca va a dejar de estar aquí. Él es mi torre fuerte.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Últimos meses (I)

Hace bastante tiempo que no me paro a pensar un poco en lo que está ocurriendo en mi vida. Creo que desde que comenzó el nuevo curso escolar, allá por septiembre, he vuelto a recapacitar bastante sobre las decisiones tomadas en los últimos meses. No sé, es algo que suelo hacer a menudo, como una especie de feedback, y cada vez lo hago con más frecuencia. ¿Es inseguridad o simplemente un mecanismo de control interno? Quizá es lo que escribía hace unos días otra persona, que me aterroriza cometer errores. Sea cual fuere la causa por la que lo hago, sigo sin haber encontrado un error.


En fin… Lo últimos meses se suceden sin apenas descanso. Nuevas rutinas. Nuevas personas. Nuevos quehaceres. Nuevos propósitos, o los de siempre que aún están por cumplir.


Las nuevas rutinas, personas y quehaceres se explican con facilidad: un semestre diferente. Un semestre de prácticas en una empresa interesante, con varias partes de trabajo: el rutinario de despacho (y casi inexistente) y el interesante de salir cada semana a una empresa diferente.

Es un gran cambio con respecto a los últimos… a ver que piense… ¿19 años? Lo cierto es que el mundo laboral impone un poco, es un cambio de chip que hay que hacer bien y que no todos saben hacer. Para muestra algún que otro compañero que ha entrado en la empresa como yo.

De esta nueva etapa que durará aún unos cuantos meses, me gusta analizar las diferentes personas que estamos en el despacho. Tanto de los propios empleados como de los que estamos en prácticas. Diferentes motivaciones, visiones de la vida, propósitos e inquietudes. Y en esa amplia variedad ¿cómo encajo yo? ¿Marco alguna diferencia? Cada una de las 70 personas que trabajamos juntas somos diferentes, sí, pero hay diferencia entre ser simplemente diferente en cuanto a edad, sexo, pensamientos superficiales y demás y marcar la diferencia en un campo más amplio.

Esto es algo que me preocupa desde que entré, y también un reto que, aunque lanzado a adolescentes, también me tocó a mí en GBE.


Porque es otra de las cosas que han ocurrido en estos meses… GBE es algo que disfruté mucho cuando iba al instituto, y que fue de gran ayuda, apoyo y a través del cual conocí a muchos de mis amigos hoy. Doy las gracias a muchas personas que cedieron su tiempo por preocuparse por los adolescentes, y que aún siguen sirviendo en este campo. Pero me sorprendió que ahora vean en mí cualidades que pueden ponerse a disposición de los adolescentes. Quizá no en un futuro inmediato, pero ¿quién sabe si Dios me quiere de ayuda para otros igual que lo fueron para mí? Es algo en que le pregunto dirección. Pero bueno, el caso es que me ofrecieron ir a ayudar al campamento de inicio de este curso y la verdad es que fue de gran bendición. Fueron dos días increíbles y se les lanzó ese reto: que marquen la diferencia frente a sus amigos, compañeros de clase, familiares… Y eso también fue extensible al equipo, porque aunque es algo que sabemos, que nos recuerden las cosas tampoco está mal. Hace recapacitar sobre si realmente se está haciendo o no.



Bueno, creo que ya me he extendido bastante por hoy. Prometo no tardar demasiado en expresar todo lo que circula por la autovía de mi mente.