"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo"
Oscar Wilde

lunes, 28 de diciembre de 2009

Pensamiento de estos días

Cuando el día va a ser duro, Tú me levantas.

Cuando ya lo ha sido, me das descanso.

Maniobras de despiste

Aunque hace poco dije que la celebración de la Navidad no dependía de los regalos, estado de ánimo o demás circunstancias del día a día, porque es algo que sobrepasa todas estas cosas, lo cierto es que esta Navidad está resultando especialmente dura. Y no ya por la crisis económica, que ha hecho que el gordo vestido de rojo no haya podido pagarse el pienso de los renos y que la penuria que pasan los camellos de los magos también impida su llegada a mi balcón (ya ves, qué sofoco el quedarse sin regalos…), sino porque la crisis familiar está más al rojo vivo que nunca.


Todos nos equivocamos, y lo hacemos continua y diariamente, pero de ahí a realizar maniobras de despiste cual guerra encarnizada ya es demasiado. Desde fuera del plató, el espectáculo tiende al absurdo. Pinto el cuadro:


Dos escenarios. Tres personajes. Una decisión. Uno de los implicados necesita el acuerdo de las otras dos partes, sin embargo, para esto ha de ir al hábitat particular de cada uno a esperar su veredicto. Lo que le dice uno, cuando traslada su versión a la otra parte, obvia ciertos detalles o bien se inventa algún otro, e igual a la inversa, por lo que ninguna de las partes decisorias conoce a la perfección las observaciones de la otra y la voz inventa-historias anda hecha un lío. Desde bambalinas, viendo parte de todas las partes, el juego se ve destinado al fracaso. ¿Cómo acabará el culebrón? Lo puedo anticipar: la voz inventa-historias se saldrá con la suya a costa de alguna de las partes, con lo que el juego navideño hará tambalear la historia de aquí en adelante.


Contado así, puede ser un gran lío, pero lo cierto que es no se está actuando correctamente. Pero no sólo de ahora, sino de hace ya semanas. Porque lo que parecía un pequeño avance, tardío y con meses de retraso, ahora, unido al juego navideño, bien parece una estrategia manipuladora.



Si sólo fuera un juego, una obra, una película de enredo… pues iríamos a verla, o quizá no, pasaríamos un buen rato y volveríamos a casa tan tranquilos. Pero estar en medio de esta pequeña guerra, es más que duro. Sin poderse posicionar abiertamente, sin poder hacer más que lo que se supone que debo hacer, sin poder decir todo lo que sé… Paciencia, paciencia…



Entre tanto, la mitad de las fiestas ya ha pasado, las comidas familiares han tenido varias ausencias notables y que no van a subsanarse en próximas reuniones del mismo calibre, y las medias-verdades vuelven a reinar por su presencia. Todo esto unido a la falta de compromiso de las personas y al no-cuento-contigo (que realmente me produce indiferencia, si bien ha llegado a clavar un pinchito otra vez cerca del que algunos creen pequeño corazón de una), está haciendo de estas Navidades las más duras de la historia.


Menos mal que no todos son males, y siempre quedan personas y familias enteras que te regalan sus sonrisas, amor, y ánimos si bien tampoco están en sus mejores tiempos. Gracias a todos vosotros.


Y gracias a Ti sobre todas las cosas, porque haces que cada día sea diferente y valga para algo.



lunes, 14 de diciembre de 2009

Ya está aquí

Ya está aquí. Ya ha llegado de nuevo… Se ve en las calles, vestidas de rojo y azul, llenas de luz y sonido. La Navidad, claro.



Pero, ¿qué es la Navidad? ¿Qué representa en esta sociedad?



Para muchísimas personas es simplemente un período de fiestas, regalos, comilonas… Otros aprovechan para viajar, ver a la familia, pero no dejan de lado la fiesta. Es alegría, pero también tristeza para aquellos a quienes dejaron familiares queridos…



Pero Navidad es mucho más que eso. Es más que comida, más que fiesta, más que alegría o simple tristeza. O, al menos, así lo veo yo.



Navidad es esperanza, es vida. Es el momento de recordar algo importante. ¿Y qué hay más importante que el Amor infinito e inalcanzable de nuestro Creador? Por Su amor, envió a su Hijo, ese niño que nació, para unos años después entregarlo por cada una de nuestras vidas.



Porque ese niño que en estos días el mundo recuerda, no se quedó en pañales. Y eso es algo que millones de personas tratan de ignorar en estas fechas. Navidad es mucho más que un niño naciendo en un establo. Navidad es recordar que ese niño dio la vida por ti y por mí. Y que por su muerte, nosotros podemos tener vida.

Our way

Las personas no somos imbatibles. No somos perfectas. Cometemos errores y múltiples fallos. Podemos tratar de mitigarlos, de mejorar nuestro funcionamiento, pero siempre acabamos equivocándonos de algún modo. Por eso, nadie es infalible. Nadie es 100% confiable.



Es en este marco en el que tratamos de edificar sociedades, grupos, iglesias… y muchos no son conscientes de nuestras flaquezas. No ven que por nosotros mismo, como grupo, no conseguiremos nada. Si tratamos de construir según my way, lo que construyamos caerá por su propio peso. Igual con las formas de dirección. ¿Cómo dirigir una sociedad, un grupo, una iglesia? Cada una de estas formas tiene diferentes posibilidades, pero pese a estudiar muchas de ellas, ninguna funciona y todas tienen un punto débil, sobre el cual reposan y el cual tiembla en cada tormenta.



Para el caso de la iglesia, no sólo tenemos que ver qué queremos nosotros, sino más bien qué quiere Dios de nosotros, y cómo quiere Él que lo hagamos. ¿Por qué en tantas iglesias parece que quien falla es precisamente Aquel para el que, se supone, nos reunimos?



Pero no dudo que aunque nosotros fallamos, Él sigue a nuestro lado. Se revolverá un poco cada vez que tropezamos con lo mismo, se entristecerá… pero estará ahí, esperando a que nosotros, siguiendo sus pasos y directrices, seamos capaces de ver el camino correcto que nos lleva alumbrando tanto tiempo. Porque, en definitiva, Él es luz y nosotros tropezamos continuamente por vivir en nuestras propias oscuridades.


¿Hasta cuándo?