Estas semanas están siendo especialmente difíciles. Nunca he tenido problema con los deadlines, pero el hecho de que todo venza el mismo día, pese a la planificación, hace que las fuerzas mengüen más rápido.
Y quizá por eso, las palabras que he leído esta semana en mis tiempos con Dios han sido especialmente impactantes.
Palabras, historias leídas muchas veces, pero que leídas en ciertos momentos, es como ver un
algo diferente. Quizá otro enfoque, o simplemente recuerdas algo que sabes, pero te das cuenta que Dios quiere lo tengas presente.
Porque, ante todo, Él está al mando. Pase lo que pase. Llueva, truene, salga el sol. Dios está al control.
Estoy leyendo, compaginando con otros textos, el libro de Éxodo (allí donde aparece la historia del
príncipe de Egipto -Moisés-, las plagas, donde se recogen los 10 mandamientos...).
Justo llamaban mi atención esta semana dos pasajes, en los capítulos
16 y
17.
El pueblo de Israel acaba de ser librado de la opresión egipcia. Ha sido rescatado de la mano de Faraón, ha atravesado el mar Rojo, y tiene frente a sí (aún no lo sabe) muchos años de desierto.
Pero el pueblo se queja a Moisés. Pero en realidad, se está quejando de Dios. Tienen hambre. Y se sienten engañados. Es en este momento, cuando vemos cómo es el carácter de Dios.
Dios provee, les proporciona alimento. Pero con unas condiciones. Y el pueblo las incumple. Le falta fe. Sin embargo, Dios no les corta esa fuente de provisión, sino que les hace ver que está al mando, al frente del pueblo y que sin Él, no llegarán a ningún lado.
Después de este episodio, el pueblo vaga por el desierto durante 40 años.
Un poco más adelante, tras el episodio en Horeb (donde Dios les provee de agua), el pueblo entra en guerra contra los amalecitas. Pero este es un pueblo fuerte, e Israel ha estado vagando por el desierto demasiado tiempo. El Señor demuestra que sigue estando al control.
Moisés tiene la fe necesaria para asegurar que con la vara de Dios en alto, el pueblo irá venciendo la guerra contra Amalec. Pero necesita ayuda, sus brazos pesan y se cansan de estar en alto.
Es entonces cuando leemos que Moisés no estaba sólo. Tenía ayuda:
"Entonces tomaron una piedra y la pusieron debajo de él, y se sentó en ella; y Aarón y Hur le sostenían las manos, uno de un lado y otro del otro" (v.12)
Aparentemente, son dos pasajes diferentes. Narran dos momentos del pueblo de Israel. Pero ambos tienen algo en común. Dios está al control. Dios cuida de su pueblo. Dios provee lo necesario. Alimento. Apoyo. Pero pide algo a cambio. Confía. Ten fe en Él.
Dios sostuvo a su pueblo.
Leer esto esta semana ha sido especialmente importante. Recordar que pase lo que pase, llueva, truene,
whatever... Él está al control.
Uniendo con una cita de mis lecturas de hace unas semanas... He recordado que Dios no nos da más de lo que podamos soportar, sino que nos da junto con la prueba, la salida...
Así que... sólo puedo dar gracias porque sé que, pase lo pase, Él está a mi lado y me sostiene.