"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo"
Oscar Wilde

domingo, 5 de abril de 2015

Poco a poco

"¿Eres la nieta de Pepita? Os parecéis."
Una pregunta, nada más entrar, fue suficiente. El resto de mi primera visita no sé cómo definirla. Salí llorando después de 45minutos...


Han pasado ya casi dos semanas desde que ingresó en la residencia y hay algo que me parte el alma. Su mirada.
Mi abuela tiene unos ojos azules preciosos, siempre han sido muy expresivos. Ahora mismo, es la única vía por la que expresa algo. 

Nunca se ha enfadado con facilidad, pero cuando lo hacía, su mirada era fuerte, dura, de las que te atraviesan y parten en dos. Su mirada ahora es esa. Dura, fría, fuerte, mirando al horizonte... Continuamente. Su expresión es de enfado...

No recuerda cómo hablar desde hace muchísimos meses, pero la pregunta que llevo haciéndome estos días que voy a verla y veo su expresión es "¿estará pensando? si lo hace, ¿qué estará pensando?". Es verdad, no sé si su cerebro es capaz de pensar. 
A veces creo que sí, por eso me mira enfadada... Otras me autoconvenzo que igual que su función del lenguaje, y otras, la cognitiva también se ha visto afectada por esta demencia cerebrovascular, por lo que no podrá pensar. Vale, es posible, pero ¿por qué su mirada es tan... tan dura?


Sí, son preguntas sin  respuesta... En el fondo sé que está mejor atendida allí, que así es más "sencillo" y "mejor", para ella y para los que estamos alrededor. Que hay que ir adaptándose, tanto ella como nosotros. Es un gran cambio, pues los últimos 20 meses nos hemos acostumbrado a una rutina, a un hacer, a un cuidar... Pero eso no lo hace menos doloroso. 


En fin, el Señor sabe todas las cosas... así que, iremos poco a poco... Orando y confiando.







domingo, 15 de marzo de 2015

Confiemos y pongámonos en marcha

En mis tiempos con Dios, cada mañana, leo normalmente un capítulo de cuatro libros diferentes de la Biblia. Hace un par de  semanas volví a empezar el libro de Éxodo.

La historia del pueblo de Israel es fascinante. Sí, me gusta ver cómo personas normales, como tú y como yo, pudieron caminar y vivir de primera mano el estar con el Señor y disfrutar de su presencia. Aunque, si bien es cierto, también es raro cómo eran incapaces de creer a veces en Él, y decepcionarle. Se equivocaron muchas veces (¿tú -yo- no?). Pero bueno, esa es la condición humana tras la caída... Desconfiados, con ganas de poder y de ser los reyes y mandar sobre otros... Vamos, caídos, pecadores...

Esto no ha cambiado después de tantos miles de años. Hoy día seguimos queriendo ir a nuestro rollo, haciendo ver que podemos con todo y que no le necesitamos. Qué equivocados estamos...


Hoy no vengo a hablar de la condición humana. Vengo a hablar de una persona. Leer en Éxodo de nuevo la Historia, me ha hecho volver a reflexionar sobre ciertas cosas. Se trata de Moisés.

Entre Génesis y Éxodo no sé cuántos años transcurrieron (podría buscarlo, pero vamos, no me hace falta para contar esto). La cuestión es que el pueblo de Israel, que vivía en Egipto, vio como el rey de Egipto cambió y veía amenazada su propia existencia en pos de los israelitas, de forma que empieza a oprimirlos.

Imagino que para el pueblo de Israel fueron años duros. En medio de ese ambiente, nació Moisés. Sabemos su historia, como sus padres israelitas lo meten en una canastilla y lo dejan en el río. Lo recoge la hija del faraón y se encarga de que una mujer hebrea lo críe (su madre, de casualidad). La cuestión es que Moisés crece bajo el amparo del faráon.


Lo interesante de su historia comienza justo cuando se equivoca por primera vez y huye. Entonces, interviene el Señor. El Señor decide y le comunica a Moisés que va a ser él quién libere al pueblo de la opresión faraónica.

Personalmente, me encanta la respuesta de Moisés: "¿y quién soy yo para hacerlo?". Los capítulos 3 y 4 de Éxodo son brutales. El encuentro con el Señor, el diálogo, las dudas de Moisés sobre su capacidad para la tarea que le encomienda...

Sin embargo, las promesas del Señor infunden fuerza. Se la dieron a Moisés, y me la dan a mí cada vez que releo esta parte de la historia del pueblo de Israel. El Señor promete a Moisés estar a su lado y que le dará las palabras que decir y le ayudará a hacerlo...

Si seguimos leyendo en el libro de Éxodo, vemos cómo eso se hace realidad. El Señor habla dando las palabras a Moisés, pero usando a Aarón de portavoz. Después de días de lucha con un faraón con el corazón endurecido, finalmente salen de Egipto, se libran de sus perseguidores... y empieza otra parte de la historia... Con aciertos y errores, por parte del pueblo y del propio Moisés. 


Releer esta parte de la historia me hizo pensar y recordar algo. El Señor tiene una tarea para cada uno. Y aunque pensemos que no somos capaces, que no tenemos la habilidad, capacidad, etc... para hacer alguna cosa, tengamos fe. Confiemos en Él, tal y como lo hizo Moisés. No es sencillo a veces, es cierto, pero precisamente se trata de eso. De dejar que Él muestre Su poder, que nos rindamos a Él y dejemos todo en Sus manos. Él nos va a capacitar para la obra que nos ha encomendado. Va a estar a nuestro lado, no nos va a dejar. 

Además, como dice Pablo en su carta a la iglesia en Filipos, el Señor, que comenzó la obra en nosotros, la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.


Ahora piensa (pienso)... ¿qué te (me) impide hacer aquello que el Señor quiere que hagas? ¿Tu temor? Ora por más fe. Si no te ves capaz, eres el instrumento perfecto para la tarea. Deja que Él obre en ti.


miércoles, 11 de marzo de 2015

7 semanas con Daniel

Este fin de semana me lanzaron un reto, o mejor dicho, me propusieron algo. Leer durante 7 semanas el libro de Daniel, con una estructura determinada:

Semanas 1 a 6: de lunes a sábado, un capítulo por día, del cap. 1 al 6; el domingo un capítulo de los 6 restantes
Semana 7: lunes, caps. 1 a 6; resto de la semana, caps. 7 a 12 (uno por día).

Es decir, al final de las 7 semanas, se leen 7 veces de los caps. 1 a 6 y dos veces el resto de capítulos.


Por mi parte, me sumo, así que incluyo el texto en mis devocionales... A ver qué me dice el Señor durante este periodo.

Hoy vamos a por Daniel 3...

domingo, 15 de febrero de 2015

Quiero viajar a...

Tengo ganas de naturaleza, de viajar y de cine. 

¿Fácil, no? Pues... sí, si tienes tiempo, algo de lo que por desgracia, ando algo escasa. ¿Tiempo para mí? Mmm... 

Al caso, me gustaría poder visitar, en algún momento, y si Dios lo permite, alguno de estos sitios:

En España:

- Franja norte... De Pirineos a Galicia, hacer parte del Camino de Santiago, descubrir montañas, pasear por valles...
- Ciudades concretas: Toledo, Sevilla, Granada, Córdoba, Barcelona, San Sebastián, León, Segovia, Ávila, Albarracín... lista demasiado larga... ¡hay tantas! 
- Otros: islas, valle del Jerte, lagunas de Ruidera...

En Europa:

- Francia: París, ciudades y pueblos de la Bretaña francesa, Carcassonne...
- Alemania
- Centro Europa: Suiza, Austria, Rep. Checa, Holanda
- UK e Irlanda... he estado en algunas zonas (Londres, Edimburgo, Irlanda Norte y Rep. de Irlanda...) pero volvería a cualquiera de ellas y seguiría explorando...
- Mediterráneo: Italia, Grecia...
- Otros: fiordos noruegos, escapada a la plaza roja de Moscú

En el resto del mundo:

- India
- USA
- Guatemala (desde el aire la capital es curiosa)
- Australia, Nueva Zelanda... (si fuera posible...)



¿No pido mucho, no?

sábado, 14 de febrero de 2015

¿Qué te mueve?

Cuando Dios insiste en algo, no hay que hacerse el sueco... Dos días, dos aforos distintos, dos pasajes diferentes... 

Os comparto lo que me ha tenido reflexionando, creo que es importante de vez en cuando pararse en esto... 

Los textos son Lucas 18:9-14 y Mateo 6:1-4;5-8;16-18. El primero lo vimos en GBE y el segundo me invitaron a acompañar en una clase de escuela dominical con un adolescente (más bien un tú a tú).

En el primero, Jesús cuenta la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos a algunos que "se creían justos y despreciaban al resto"; en los fragmentos del evangelio de Mateo (incluidos en el Sermón del Monte), Jesús habla de la ofrenda, de la oración y del ayuno.En el Sermón del Monte los 3 fragmentos siguen una misma estructura; la parábola es eso, una historia para hacer más sencilla una verdad, o algo que aprender. 

¿El fondo de todos estos textos? El mismo: qué te mueve a hacer las cosas. ¿Por quién / qué lo haces? ¿Para buscar halagos y alabanzas o por agradar sinceramente al Señor? ¿Qué te motiva en realidad cuando tienes una responsabilidad en la iglesia, en un grupo o ministerio con jóvenes o con cualquier otro grupo de personas? ¿Por quién lo haces? ¿Qué recompensa y de quién la buscas? 


Creo que debemos realizar este análisis cada cierto tiempo... ¿Estamos sirviendo bien al Señor? ¿O buscamos lo que no es bueno? Quizá, si nos paramos a meditar un poco en esto, vemos que igual debemos dear algo por un tiempo, o volver a buscar la pasión por servirle a Él ante todo. Porque Él es quién nos recompensará... 
 

Yo he estado pensando en todo lo que hago (dentro y fuera de la iglesia y el ámbito eclesial) y qué me motiva a ello; te animo a que también puedas pararte a pensar un poco en esto.







domingo, 25 de enero de 2015

Programa Moisés y yo

Llevaba muchos meses pensándomelo... y con el nuevo año lo he hecho realidad.

Pensando, orando, viendo cómo Dios me provee, ¿por qué no hacer algo más?

[Sí, la ofrenda en la iglesia es un deber/derecho/responsabilidad, apoyar a los GBU (de varias formas) es otra forma de dar y compartir lo que Él me da.]

Desde que me presentaron (y presté atención) al Programa Moisés de la Alianza Solidaria (asociación bajo la Alianza Evangélica Española), y tras haber visto en primera persona la realidad tan diferente y las verdaderas necesidades al otro lado del charco (desde una posición "privilegiada", todo hay que decirlo), me sentí conmovida.

¿Cómo es posible que aquí, en el primer mundo, nos quejemos de lo que "nos falta"? Es cierto que, en España, con la crisis, la situación ha empeorado, pero aún así, una gran parte de la población tiene satisfechas las necesidades básicas reales. Y, lo extraordinario, es que se quejan de que "no tienen", les "falta". ¿Qué os (nos) falta?

Os lo digo, sentido común, sobretodo. Ojo, que me incluyo en esa parte de la población, porque muchas veces olvido que tengo más de lo que realmente necesito para vivir.

En fin,que me voy del tema... Pues que llevaba muchos meses (¿años?) pensando si debería o no formar parte de Moisés. Tras mucha oración, vi que este era el momento.


La otra tarde, al llegar de la oficina, tenía un sobre del programa... Y vi su carita. Puedo decir que he apadrinado una niña de Soledad, una ciudad colombiana. Fue emocionante. Ahora, tengo un motivo más de oración.

Seguiré de cerca (lo máximo posible) su evolución... y espero que algún día ella pueda conocer también a Dios.


Me siento privilegiada por vivir en esta parte del mundo, sin merecerlo, sin buscarlo. Gracias Señor por esto y porque me permites compartir aquello que me das.